El
intento de Akhenatón por implantar el monoteísmo en el Egipto faraónico
podría ser considerado, junto con otros signos, como síntoma de un
trastorno mental, específicamente la epilepsia, que pudo compartir con
otros miembros de su familia como el legendario Tuthankamón.
En la historia del Egipto faraónico existe un periodo singular en que
un faraón quiso sustituir el vasto sistema politeísta por la adoración
de un solo dios: Atón, el disco solar. Amenofis IV, que después se
nombró a sí mismo Akhenatón en honor a la divinidad que buscó imponer a
sus gobernados —sin éxito: porque apenas murió, se restituyó el viejo
culto a Amón-Ra y demás dioses e incluso hubo intentos por borrar de la
historia dicho reinado.
Akhenatón tuvo sin embargo un hijo no
menos célebre: el legendario Tuthankamón (bautizado originalmente
Tuthankatón), cuya muerte misteriosa siendo todavía un adolescente ha
suscitado las más diversas investigaciones, una de las cuales sugiere
ahora que el monoteísmo podría considerarse un síntoma de epilepsia
lobular, de índole hereditaria.
Hutan Ashrafian, cirujano con
interés en la medicina histórica en el Imperial College de Londres,
asegura que el joven faraón murió por una “psique feminizada”, lo mismo
que sus predecesores inmediatos.
Ashrafian recurre a este
concepto por las representaciones que se conocen de los parientes de
Tuthankamón: Smenkhkare (enigmático faraón, tío o hermano suyo) y su
padre mismo, Akhenatón, a quienes se dibujó con inusuales pechos grandes
y caderas anchas, como si fueran mujeres. Igualmente los faraones que
gobernaron antes de este, Amenhotep III y Tuthmosis IV, comparten
similares características en las pinturas que los recuerdan.
A
este rasgo se suma el hecho de que dos de estos cinco faraones
aseguraron haber tenido “visiones”, lo cual coincide con etapas de la
epilepsia en que, durante un ataque, el lóbulo temporal experimenta
alucinaciones y revelaciones de tipo religioso, particularmente después
de haber estado expuesto a la luz solar. En el caso de los gobernantes
egipcios, esta pudo ser una condición propia de su familia.
Asimismo, la apariencia corporal femenina se relaciona con las partes
del cerebro ligadas con la liberación de hormonas: los ataques
epilépticos alteran los niveles de las hormonas involucradas en el
desarrollo sexual.
Tuthmosis IV tuvo un arrebato religioso a
mitad de un día soleado, según la “Estela del Sueño”. Las visiones de
Akhenatón, mucho más intensas, podrían explicar también porque la
elección del “disco solar” como deidad única.
Fuerteventura, 13 de Septiembre de 2012
Fernando González Silva
Akhenatón tuvo sin embargo un hijo no menos célebre: el legendario Tuthankamón (bautizado originalmente Tuthankatón), cuya muerte misteriosa siendo todavía un adolescente ha suscitado las más diversas investigaciones, una de las cuales sugiere ahora que el monoteísmo podría considerarse un síntoma de epilepsia lobular, de índole hereditaria.
Hutan Ashrafian, cirujano con interés en la medicina histórica en el Imperial College de Londres, asegura que el joven faraón murió por una “psique feminizada”, lo mismo que sus predecesores inmediatos.
Ashrafian recurre a este concepto por las representaciones que se conocen de los parientes de Tuthankamón: Smenkhkare (enigmático faraón, tío o hermano suyo) y su padre mismo, Akhenatón, a quienes se dibujó con inusuales pechos grandes y caderas anchas, como si fueran mujeres. Igualmente los faraones que gobernaron antes de este, Amenhotep III y Tuthmosis IV, comparten similares características en las pinturas que los recuerdan.
A este rasgo se suma el hecho de que dos de estos cinco faraones aseguraron haber tenido “visiones”, lo cual coincide con etapas de la epilepsia en que, durante un ataque, el lóbulo temporal experimenta alucinaciones y revelaciones de tipo religioso, particularmente después de haber estado expuesto a la luz solar. En el caso de los gobernantes egipcios, esta pudo ser una condición propia de su familia.
Asimismo, la apariencia corporal femenina se relaciona con las partes del cerebro ligadas con la liberación de hormonas: los ataques epilépticos alteran los niveles de las hormonas involucradas en el desarrollo sexual.
Tuthmosis IV tuvo un arrebato religioso a mitad de un día soleado, según la “Estela del Sueño”. Las visiones de Akhenatón, mucho más intensas, podrían explicar también porque la elección del “disco solar” como deidad única.