Muy buenas a todos y todas! En esta ocasión en cienciasocultasymas nos acercamos al Camino de Santiago y a una de las múltiples leyendas que recorren el Camino y la ciudad de Santiago de Compostela. Cuenta la historia que hay una sombra que acompaña al peregrino durante el largo trayecto del Camino de Santiago. Siente su presencia durante los tramos más duros pero tan solo hay un lugar donde el caminante se encuentra con ella: en la plaza de A Quintana.
La «Sombra del Peregrino»,
quizás la leyenda con más eco de las que conservan en Compostela, se ha
convertido en los últimos años en una de las imágenes más icónicas y
fotografiadas de la capital gallega. También se ha convertido en una de las más
reproducidas, con impresiones en camisetas, carteles o taxis.
La sombra, que renace
cuando cae la noche y se enciende el alumbrado de esta plaza -una de las cuatro
que rodean a la Catedral-, se puede contemplar en la base de la Torre del
reloj, junto a la Puerta Santa. Para muchos representa la imagen de un
peregrino con indumentaria medieval, con sombrero y bordón. Sin embargo, su
génesis, mucho más terrenal, se debe al reflejo creado por la iluminación
nocturna de la basílica sobre un pilar de granito.
La imagen acumula un
sinfín de leyendas. Hay quien cree que refleja el alma de un peregrino que se
quedó para siempre en la Catedral. Para otros, recuerda la figura de un
peregrino francés del siglo XV, Leonard du Revenant, hijo de un noble de París,
sobre el que pesarían tres muertes y un triste destino.
Sin embargo, la versión
más extendida -también de final trágico- remite a la trayectoria de un
sacerdote de la Catedral, enamorado de una monja de clausura del convento de
San Paio, emplazado al otro lado de la plaza de A Quintana. La tradición reza
que el religioso se reunía con ella a través de un pasadizo que existía bajo la
escalinata de la A Quintana y por el que se comunicaban la Catedral y el
convento. Pasado un tiempo, el sacerdote, cansado de la situación, le habría
propuesto a su amada que se escaparan juntos. Se citó con ella al anochecer en
la plaza y allí se presentó con la vestimenta del peregrino medieval,
indumentaria que le permitiría no llamar la atención. La esperó pacientemente
pero ella no acudió. Aún así, noche tras noche, el enamorado (o su sombra) aún
acude a su cita. Y la sigue esperando.
Esperamos que este post
haya sido de vuestro agrado.
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Fernando González Silva
Fuerteventura, 18 de Mayo
de 2014