Se
ha venido produciendo durante los últimos decenios un creciente interés por las
antiguas creencias paganas. La gente busca un sistema de convicciones más
práctico y personal, algo como una manera de ser espiritual pero mejorando la
forma de vida. Ello incluye la religión y la magia de los paganos, que son, de
forma simultánea, prácticas y espirituales.
Se cree por lo general que los
sistemas celtas o druídicos son irlandeses, ingleses y galeses. De hecho, los
celtas habitaron durante muchísimo tiempo gran arte de Europa Occidental,
habiéndose encontrado restos de su civilización en lugares que se extienden
desde el Sur de Francia y zonas del Norte de España hasta las tierras bajas de
Alemania, las Islas Británicas e Irlanda.
No es en absoluto necesario contar
con estos orígenes raciales para practicar la magia de los celtas; todo lo que
hace falta es interesarse tanto en la mitología celta como en la propia magia,
y una profunda simpatía por la Naturaleza y sus poderes.
Las creencias de la magia céltica
se encuentran firmemente enraizadas en la Tierra y en los espíritus elementales
que constituyen la propia esencia de la Naturaleza, lo que incluye los cuatro
Elementos básicos que la conforman: Tierra, Aire, Fuego y Agua.
Los antiguos celtas poseían
amplísimos conocimientos y mostraban gran respeto por las cualidades curativas
y mágicas de las platas y las piedras. Conocían y hacían uso de los flujos
energéticos de la Tierra, los árboles y algunas formaciones rocosas especiales
y solían convocar a los espíritus elementales, la “gentecilla” de los
irlandeses, a quienes los ingleses llamaban duendes y hadas.
Sin embargo, la creencia más
poderosa –casi única, podríamos decir- que profesaban los pueblos antiguos era
su devoción por la Gran Madre, la madre y las diosas guerreras. De hecho, los
pueblos célticos, antes de producirse las intervenciones de Roma y del
Cristianismo, constituían una de las pocas etnias que concedían a sus diosas
tratamientos en pie de igualdad a los conferidos a sus dioses.
Ello, no obstante, no significa en
modo alguno que no existiesen otras religiones paganas que rindiesen homenaje a
la Gran Madre, aunque, sometidas a un estudio más meticuloso, nos
encontraríamos con que los dioses varones de sus panteones estaban considerados
más poderosos e importantes. A las diosas se las permitía ocupar su lugar de
culto, siempre y cuando sus seguidores no intentasen usurpar la posición
primaria del poder, que siempre estaba representado por un dios masculino.
Las diosas de los celtas no
ocupaban puestos secundarios ni en su culto ni en sus leyendas, respeto con que
se empapó la sociedad de los celtas, dando como resultado que las mujeres de
esta raza fueses profundamente respetadas y contasen con numerosísimos derechos
de propiedad, personales y de estado social. Se honraba a las sacerdotisas. Las
mujeres guerreaban y eran madre y contaban con los mismos derechos que los
hombres.
¿Causó lo mencionado algún daño a
la sociedad o colocó a los hombres en posición de inferioridad? Según la
historia, absolutamente no. Los celtas constituían una de las razas más
feroces, aunque más adelantadas desde un prisma espiritual, del Viejo Mundo,
viéndose debilitados únicamente cuando aceptaron y se sometieron a la intrusión
del Cristianismo.
La vida de los celtas estaba llena
de magia, y ellos hacían uso de ella. Sus entrelazadas obras de arte en
joyería, sus ropajes, sus herramientas y sus casas no eran sino una forma de
magia dirigida a evitar el mal de ojo y responder a éste con maldiciones.
Creían que sus dioses podían aparecer en cualquier momento y lugar y que los
humanos teníamos todo el derecho a invocar su ayuda. También creían en que
cualquier persona tenía sobre sí la responsabilidad de hacer lo que pudiera
para mejorar su vida, lo que, por supuesto, incluía el empleo de magia, pequeña
o grande. Para llegar a este punto, una persona tenía que mostrarse deseosa, de
forma constante, de aprender y madurar.
Para
poner en práctica una magia celta eficaz en nuestros días, debéis mostraros
dispuestos a aprender y a utilizar la magia de las hierbas y plantas. Tendréis
que buscar algunas piedras y convencerlas para que actúen a vuestro servicio y
cuidarlas como fuentes de energía que son. Deberéis respetar los poderes elementales
y de los Elementos, solicitar su ayuda y mostrar vuestra buena disposición
hacia ellos. Tendréis que buscar los antiguos depósitos de fuerza positiva que
el culto de los celtas construyó y alimentó y que todavía existen.
Sin embargo, antes que nada, tendréis
que eliminar las estrechas definiciones de la realidad que habéis aprendido.
Tendréis que volver a tener en cuenta lo que denominamos posible o imposible y
a estar seguros de que, cuando tomáis determinadas medidas, nada es imposible.
En la puesta en práctica de estas medidas determinadas es en lo que consiste el
ejercicio de lo que conocemos por magia.
La magia consiste en la suspensión
de lo que vemos y en la creencia en lo que no podemos ver –y su utilización-,
aunque sabiendo de manera instintiva que está ahí. La magia céltica consiste
sencillamente en aplicar ese ingrediente invisible de tal forma que, mediante
la interacción de poderes naturales o de la propia Naturaleza, se pueda mejorar
la vida.
La magia no puede probarse en
laboratorios, ser sometida a disección ni colocada bajo el objetivo de ningún
microscopio. La magia vive en la mente de quien hace uso de ella y se
manifiesta en la vida práctica. La magia pagana es al mismo tiempo una
necesidad práctica y una experiencia religiosa. Los paganos son gente que vive
muy cerca de la realidad y que, cuando uno no tiene ya que luchar para alcanzar
las necesidades diarias, se puede buscar con mucha más facilidad la
espiritualidad así como llegar a ella. Saben también que, cuando os podéis ayudar
a vosotros mismos, pocas veces habrá alguien que pueda manipularos ni
controlaros en contra de vuestra voluntad.
Ha llegado ya la hora de que la
magia celta vuelva a ocupar su lugar en el mundo. Cada vez hay más gente que,
también cada vez, se encuentra menos satisfecha con las que se consideran
religiones aceptadas por la sociedad y que busca antiguos caminos, poco
distinguibles por la falta de uso, o cubiertos de falsedades. Sin embargo, la
sola búsqueda emprendida por esas personas está creando una refrescante brisa
que limpiará esas antiguas huellas, volviéndose a encontrar y a ponerse en
práctica toda aquella antigua sabiduría. A quienes buscan les llegará la
madurez y el éxito, un éxito que se hará aparente en la mejora de la propia
vida.
La gente que suele creer en lo
pagano no tiene tendencia a seguir las normas sociales comúnmente aceptadas.
Son innovadores, pensadores y perseguidores de la sabiduría y del crecimiento
personal. Saben que, el mejorar tu persona y tu vida inmediata equivale a perfeccionar
tu yo espiritual o alma. Una personalidad equilibrada y una vida de éxito –con
independencia de aquello a que denominéis éxito- constituyen los verdaderos
hitos de los antiguos caminos. Lo que importa es luchar por tan meritorios
objetivos así como alcanzarlos; no lo que opinen los demás.
Que quienes esto leáis consigáis
hallar las antiguas huellas del camino que os conduzca al Bosque de la
Sabiduría.
Fuerteventura, 04 de Octubre de 2012