En esta entrada nos sumergimos en la Tradición de la Navidad y esos personajes mágicos y míticos que todos los años, en nuestra infancia, visitaban nuestra casa y, a los que, esperábamos despiertos hasta altas horas.
En la siguiente entrada intentaremos desentrañar el misterio de la Estrella que les guió hasta Belén, pero eso, es otra historia.
La adoración de los Reyes
Magos a Cristo recién nacido es, indudablemente, una de las historias bíblicas
más célebre, representada por innumerables pintores e ilustradores de todas las
épocas. En occidente se nos presenta fundamentalmente como una fiesta infantil
por excelencia durante parte del siglo pasado y del actual.
Si buscamos en la Biblia, será muy frustrante no encontrar en ella los tan conocidos nombres de los Reyes Magos con los que los identificamos desde hace siglos: Melchor, Gaspar y Baltasar.
La búsqueda será infructuosa porque los nombres de los magos no aparecen en ningún texto bíblico sino, por primera vez, en un libro apócrifo armenio conocido como el "Evangelio Armenio de la Infancia de Cristo" obra ésta que trata de los pormenores de la biografía de Jesús durante su infancia.
En un capítulo de este libro entre otros tantos detalles leemos:
“...he aquí que los magos de Oriente, que habían salido de su país hacía nueve meses, y que llevaban consigo un ejército numeroso, llegaron a la ciudad de Jerusalén. Y aquellos reyes de los magos eran tres hermanos. El primero era Melkón, rey de los persas; el segundo, Gaspar, rey de los indios; y el tercero, Baltasar, rey de los árabes.
...Y acamparon en los alrededores de la ciudad, donde permanecieron tres días, con los príncipes de sus reinos respectivos. Aunque fuesen hermanos e hijos del mismo padre, ejércitos de lenguas y nacionalidades diversas caminaban en su séquito. El primer rey, Melkón, aportaba, como presentes, mirra, áloe, muselina, púrpura, cintas de lino, y también los libros escritos y sellados por el dedo de Dios. El segundo rey, Gaspar, aportaba, en honor al niño, nardo, cinamomo, canela e incienso. Y el tercer rey, Baltasar, traía consigo oro, piedras preciosas, perlas finas y zafiros de gran precio.”
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Si buscamos en la Biblia, será muy frustrante no encontrar en ella los tan conocidos nombres de los Reyes Magos con los que los identificamos desde hace siglos: Melchor, Gaspar y Baltasar.
La búsqueda será infructuosa porque los nombres de los magos no aparecen en ningún texto bíblico sino, por primera vez, en un libro apócrifo armenio conocido como el "Evangelio Armenio de la Infancia de Cristo" obra ésta que trata de los pormenores de la biografía de Jesús durante su infancia.
En un capítulo de este libro entre otros tantos detalles leemos:
“...he aquí que los magos de Oriente, que habían salido de su país hacía nueve meses, y que llevaban consigo un ejército numeroso, llegaron a la ciudad de Jerusalén. Y aquellos reyes de los magos eran tres hermanos. El primero era Melkón, rey de los persas; el segundo, Gaspar, rey de los indios; y el tercero, Baltasar, rey de los árabes.
...Y acamparon en los alrededores de la ciudad, donde permanecieron tres días, con los príncipes de sus reinos respectivos. Aunque fuesen hermanos e hijos del mismo padre, ejércitos de lenguas y nacionalidades diversas caminaban en su séquito. El primer rey, Melkón, aportaba, como presentes, mirra, áloe, muselina, púrpura, cintas de lino, y también los libros escritos y sellados por el dedo de Dios. El segundo rey, Gaspar, aportaba, en honor al niño, nardo, cinamomo, canela e incienso. Y el tercer rey, Baltasar, traía consigo oro, piedras preciosas, perlas finas y zafiros de gran precio.”
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Fuerteventura, 21 de
Diciembre de 2016
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