jueves, 26 de noviembre de 2009

La Sábana Santa de Turín y El Santo Sudario de Oviedo

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Después del reto de las Apariciones de Ezquioga, nos enfrentamos con algo que con el paso del tiempo se ha ido quedando en el olvido, o en segundo plano, hablo de El Santo Sudario. Con estas pequeñas líneas pretendo refrescar memorias, incluyendo la mía. ¡Por cierto, Gracias por vuestra visita!

El Sudario de Oviedo es un pañolón que cubrió la cara de Cristo en el traslado de la cruz al sepulcro, y que San Juan vio en la tumba del Señor junto a la Sábana Santa que yacía en el suelo alisada, allanada, sin el relieve que tenía cuando cubrió el cuerpo de Jesucristo. San Juan habla en su Evangelio que cuando llegó a la tumba con San Pedro vio la sábana a ras del suelo y doblado aparte un pañolón, un sudario. Este pañolón, como digo, había cubierto la cara de Cristo, en el traslado de la cruz al sepulcro, según rito funerario judío.
Había un rito judío de que cuando la cara del difunto estaba desagradable a la vista, se cubría con un velo. Y la cara de Cristo estaba espeluznante. La tengo en mis diapositivas. Es obra del Dr. TAMBURELLI, Catedrático de Electrónica en la Universidad de Turín. Informó al ordenador lo que es sangre humana, y después le manda que muestre todo lo que sea sangre en el rostro de la Sábana Santa. Y el ordenador contesta con una cara espeluznante. Toda roja por la sangre. Porque la corona de espinas no tenía forma de anillo, como suelen poner los artistas, sino que tenía forma de casquete, como una corona oriental, que era una especie de mitra. Al encasquetarle la corona sangró tremendamente, y aquella sangre puso la cara espeluznante.
Pues, según rito funerario judío, aquella cara desagradable a la vista se cubre con un velo. Llegan a la tumba, le quitan el velo de la cara, lo doblan, lo ponen aparte y cubren todo el cuerpo con la sábana.
Pues este sudario del que habla San Juan en su Evangelio, que él vio en la tumba de Cristo junto a la sábana que yacía en el suelo, lo tenemos en Oviedo.
Llegó a Oviedo de Toledo, y aquí por el norte de África de Jerusalén. Los cristianos que huyeron de Jerusalén cuando la invasión de los persas de Cosroe II el año 614 lo llevaron a Cartago. De allí pasó a Toledo, y cuando la invasión musulmana los cristianos de Toledo se lo llevaron al norte en una arqueta. Llegó a Oviedo antes del año 1000.
En el Archivo Capitular de la Catedral de Oviedo hay documentación de la apertura de la urna donde estaba este pañolón delante de Alfonso VI, Doña Urraca, el Cid Campeador y varios obispos, el año 1075.
Este pañolón tiene polen de Palestina, del norte de África y de España. En cambio, no tiene polen de Turquía ni de Francia, como la Sábana Santa. Esto prueba que los dos recorridos fueron distintos.
El Sudario de Oviedo ha sido estudiado con todos los medios modernos de investigación que hoy disponemos: microscopio electrónico, ordenadores, luz infrarroja y ultravioleta, etc. Se han encontrado cosas impresionantes. Este pañolón tiene manchas de sangre, que analizada es sangre humana y del grupo AB, que es el mismo grupo sanguíneo de la sangre de la Sábana Santa. Las manchas de sangre de este pañolón encajan matemáticamente con las manchas de sangre de la cara de la Sábana Santa. Este encaje matemático de las manchas de sangre del pañolón de Oviedo y de la cara de la Sábana Santa sólo se explica si los dos lienzos cubrieron la misma cara. Si no, no hay explicación.

Entonces, si el pañolón de Oviedo cubrió la misma cara que la Sábana Santa, y este pañolón está en Oviedo desde el año 1000, ¿cómo la Sábana Santa va a ser de 1300 según han dicho los analistas del Carbono-14? Aquí tenemos la importancia del Sudario de Oviedo. Nos confirma que todo lo que han hecho los del Carbono-14 es inválido. No puede ser verdad. ¿Cómo el tejido de la Sábana Santa va a ser entre 1260 y 1390 si cubrió la misma cara que el pañolón de Oviedo, y éste está allí desde antes del año 1000?


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jueves, 19 de noviembre de 2009

Apariciones de la Virgen en Ezquioga



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Comienzo mi andadura en este Blog, con una de las apariciones de la Virgen María, que con el paso del tiempo se ha quedado en el olvido, la Aparición de La Virgen en Ezquioga. En este Blog, quiero hacer un pequeño homenaje a esos Visionarios que acabaron sus días en el Psiquiátrico de Mondragón, para ello he insertado comentarios de Wikipedia e Imágenes de Archivos Propios.

Las apariciones de la Virgen en Ezquioga tuvieron mucho eco en la época en la que ocurrieron, aunque con posterioridad se ha tratado de cubrir un tupido velo sobre ellas. Comenzaron el 30 de junio de 1931 cuando los hermanos Bereciartua vieron por primera vez a la Virgen. La noticia corrió como la pólvora y millares de personas comenzaron a acudir en peregrinación a la campa donde se había aparecido la virgen. Las apariciones se multiplicaron, se dieron las llamadas visiones místicas, proverbialmente estudiadas por la teología mística, pero enseguida interpretadas como casos de histerismo, espasmos y pérdidas de conocimiento propios de un ambiente de enorme fervor religioso. Este esquema sería el mismo que ya fuera aplicado al caso de Fátima, si bien entonces, y gracias al apoyo eclesiástico, no prosperó a pesar de la violenta oposición gubernamental. En este caso, tras unas primeras semanas en las que algunos sacerdotes dirigían los rezos, fueron obligados a retirarse, excepto en algún caso no sometido a obediencia diocesana.
Los médicos del psiquiátrico de Santa Agueda verificaron las siguientes posibilidades, conforme a la terminología de entonces: Obsesión, alucinación, mitomanía, delirio, demencia, idiotismo, cretinismo, concluyendo normalidad, y por tanto no necesidad de internamiento. Sin embargo, una vez acabada la guerra civil, varios videntes pasarían a condena psiquiátrica de por vida, enviados por el poder vencedor. Todos los sectores, tanto eclesiásticos como políticos, antes y después de la guerra, es decir, sectores por completo enfrentados, coincidieron sin embargo en la "inconveniencia" de Ezkioga.
Los visionarios tuvieron verdaderos raptos místicos, conforme a los criterios teológicos, pero también serían objeto de manipulación, siendo deslumbrados fácilmente, como aldeanos que eran, cuando los trasladaban a los ambientes de la gran sociedad, que los tomaba como objeto de espectáculo y misticismo trivial.
Las apariciones de Ezquioga fueron afrontadas por la autoridad eclesiástica con inicial prevención en tanto se comprobaban las fuentes del fenómeno, y enseguida esa actitud pasó a la de franca oposición oficial, como es habitual en estos casos, el clero se mantuvo distante, o bien algunas de sus figuras utilizaron todo el poder de su erudición, encabezados por el padre Laburu S.J., como de los sectores republicanos de la sociedad de la época, siendo más activos en la persecución los primeros que los segundos.
El hispanista católico irlandés Walter Starkie visitó Ezquioga cuando las apariciones estaban su momento de máximo auge y dedicó un capítulo entero de su libro Spanish Raggle-Taggle a los sucesos de Ezquioga. Después de analizar las historias que le contaron y de ver los hechos que allí ocurrían, concluyó bastante convencido que grupos derechistas y tradicionalistas estaban utilizando los sucesos de Ezquioga como herramienta política en su lucha contra la laica Segunda República Española, que se había proclamado dos meses antes de iniciarse las apariciones. Algunos de los mensajes que supuestamente había dado la Virgen a los videntes hablaban de una inminente guerra.

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Las autoridades de la diócesis, con el obispo Mateo Múgica al frente, fueron posicionándose progresivamente en contra de las apariciones llegando a perseguirlas activamente y reclamando incluso la intervención del estado para ello. El motivo aparente de dicha oposición fue que las autoridades eclesiásticas constataron una falta de evidencia sobrenatural en las apariciones. Otras causas más terrenales fueron que las autoridades eclesiásticas temieron verse enredadas en algún tipo de conspiración política y el rechazo que causaba entre los sectores nacionalistas vascos del clero la orientación política de sesgo españolista que entendían estaba tomando el movimiento de Ezquioga. En 1933 la Iglesia prohibió primero la construcción de una basílica que se proyectaba en Ezquioga y declaró finalmente tras más de dos años del inicio de las apariciones que están eran falsas. A partir de 1934, debido al rechazo institucional de la Iglesia el movimiento surgido en torno a Ezquioga fue languideciendo. Tanto la Iglesia como las autoridades republicanas estaban interesadas en cortar el movimiento y Ezquioga se convirtió en un lugar muy poco frecuentado y casi proscrito. Sin embargo, pequeños grupos de creyentes han mantenido su fe en las apariciones hasta hoy en día. Algunos católicos piensan que, a pesar de todo, las apariciones fueron auténticas. Consideran importante el hecho de que estas apariciones se ajustan al esquema histórico de las apariciones marianas, que suelen incluir advertencias previas de grandes cataclismos y derramamientos de sangre, como ocurrió en este caso en el que se anunció una guerra inminente en un plazo de 5 años que se cumpliría a la letra Guerra Civil Española.

En 2001 Manuel Gutiérrez Aragón dirigió la película Visionarios basada en los hechos de Ezquioga. Previamente había sido tema de una novela de igual título de Pío Baroja.

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